domingo, 12 de junio de 2016

La bruja: “la historia de la perdición de una familia”


 Lo primero que me dijeron varios conocidos cuando quise ir a ver La Bruja (The VVitch: A New-England Folktale) fue que era una porquería y que no daba miedo. No les hice caso, porque soy contreras y me gusta comprobar las cosas por mi cuenta. Resultó que no era un churro, sino una de las mejores películas de este 2016.
¿Cuántas veces hemos escuchado que los “gringos” no tienen “historia” y por eso se apropian de la cultura de los otros? Esa vil mentira es refutada con La Bruja; ya que ésta sirve para comprobar que sí hay tradiciones orales y leyendas en Estados Unidos. La Bruja se trata de un drama familiar, y para entenderla mejor hay que saber un poco acerca de la migración de los peregrinos puritanos o “pilgrims” al Nuevo Mundo. Durante el siglo XVII, los puritanos huyeron de Inglaterra porque eran enemigos del Rey Carlos I. Una de las causas fue porque el monarca clausuró sus organizaciones, incluyendo al parlamento, razón por la cual muchos de los que pertenecían a esta agrupación religiosa decidieron exiliarse de su patria.
La película comienza con un padre de familia llamado William (Ralph Ineson), expulsado de la plantación puritana a la que pertenecía por el “crimen” de soberbia. Lamentablemente con esta medida su familia también tiene que sufrir el mismo destino y todos se van lejos del campamento a hacer su propia plantación. Aislados completamente de la sociedad, cada uno va cayendo en la tentación de sus propios demonios; asimismo son víctimas de su religión extremista que todo lo consideraba como pecado. SPOILER: Un día Samuel, el hijo más pequeño (apenas un bebé), desaparece mágicamente de la vista de su hermana mayor: Thomasin (Anya Taylor-Joy). A partir de este terrible suceso, la familia va perdiendo la cabeza lentamente y se empieza a desmoronar poco a poco (FIN DEL SPOILER). Sin embargo la única que parece no estar de acuerdo con este caos, ni con las malas decisiones de sus padres y hermanos es nuevamente Thomasin, quien en un momento de completa desesperación le reclama (en una intensa escena) a su padre el haberlos condenado a una vida de hambre y miseria. Y por otro lado está el aspecto sobrenatural, porque sí hay una bruja (SPOILER) y ésta es la culpable de haberse llevado al pequeño Samuel; mas nadie sabe exactamente qué pasó durante ese hecho; por lo que entre los hermanos restantes se empiezan a culpar unos a otros, al grado de no saber con certeza quien o quienes son los brujos de la familia (FIN DEL SPOILER).
El filme está lleno de simbolismos y cuestionamientos, el más extremo llega cuando Thomasin tiene que considerar si la verdadera libertad está del lado del bien o de Dios, o del lado del mal, junto a las brujas y adoradores de Satán. Esta película va dirigida hacia los fans de El bebé de Rosemary (Rosemary’s Baby) o de La Profecía (The Omen), en donde el horror es netamente psicológico. A su vez, se trata del debut como guionista y director de Robert Eggers, quien  siempre tuvo una obsesión en su infancia con las brujas; por lo que se dio a la tarea de juntar varios relatos orales sobre ellas, con los que posteriormente basó este filme. Por lo menos a mí, sí me intrigan sus próximos proyectos; estaría esperando que fueran iguales o mejores que la Bruja y que no estemos frente a un “one-hit wonder” o como dicen por aquí, frente a “una llamarada de petate”. 

Acá, el corto del filme:




Otra reseña de uno de los mejores filmes de ciencia ficción del 2016:
Arrival/ La Llegada: http://vozabierta.com/resena-arrival/

sábado, 11 de junio de 2016

¿Vivimos realmente en un país laico?

Hace poco agrupaciones religiosas salieron a decir que el PRI perdió en estas elecciones recientes, debido a su apoyo al “matrimonio gay”. No fue por la inseguridad, no fue por la corrupción, ni fue porque Tamaulipas, Veracruz y Quintana Roo se estuvieran convirtiendo en estados asoleados por el autoritarismo y el derroche de sus gobernantes; simplemente fue porque el presidente, Enrique Peña Nieto, hizo iniciativas a favor del matrimonio igualitario y del reconocimiento por la diversidad de género (1).
No me molesta que la Iglesia exprese semejante disparate, sino su pensamiento tan simplista y limitado para ver más allá de sus narices. No obstante, hay otros como el Padre Solalinde (y seguramente debe haber más asociaciones religiosas), que tienen claro el nivel de rezago en que actualmente se encuentra la jerarquía católica; la cual “está desconcertada por todo lo que estamos viviendo, porque no los prepararon para este mundo. Los siguen formando con algunos rasgos como de la Edad Media, y ya no estamos en esa época; tenemos que entender el mundo que vivimos” (2).
La religión cristiana ha tomado al matrimonio como creación suya, y ésta es una falsedad. En la antigüedad romana el matrimonio se consumaba por medio de un contrato que era un mero acuerdo entre familias, y no con la unión carnal (3). Poco les importaba si la pareja tenía relaciones sexuales o no, simplemente era una forma de conservar el patrimonio familiar. Todavía durante la Edad Media no existía una legislación clara acerca del matrimonio, este rito se realizaba en casa y en privado. Fue hasta el Concilio de Trento (1545 – 1563) que se fijó una normativa para este vínculo, y que nos dio el matrimonio que conocemos ahora: solemne e indisoluble (4). En el transcurso, muchas familias romanas  estuvieron en desacuerdo con que la Iglesia se inmiscuyera en sus asuntos privados; ahora nos encontramos en ese mismo punto y con la misma pregunta: “¿por qué la Iglesia quiere continuar inmiscuyéndose en asuntos y contratos privados que se hacen entre dos personas?”
El matrimonio igualitario no viene a cambiar al matrimonio religioso. La iglesia va a poder seguir promoviendo la familia tradicional desde sus templos, pero no pueden negarles sus derechos civiles a los demás. No pueden seguir haciéndoles sentir a las personas que valen menos que ellos, que no pueden aspirar a la igualdad de oportunidades. Cuando pasen los años ¿de qué lado quieren estar? Del lado de aquellos que decían que la esclavitud era necesaria, del lado de los que decían que los judíos no podían tener un patrimonio, ni ejercer profesión alguna, del lado que afirmaba que las mujeres no podían votar porque no se merecían los mismos derechos que los hombres; del lado equivocado.  
Cuando una asociación como la Red Pro Yucatán nos dice: “trabajemos juntos, sociedad y gobierno para defender los verdaderos derechos humanos, muéstrenos su verdadero compromiso por el bienestar familiar y con la sociedad mexicana” (5) ¿Están entendiendo lo que son los derechos humanos? ¿Cómo saben ellos cuales son “los verdaderos derechos humanos” y cuáles no? ¿Quién les dio esa autoridad? Yo lo único que veo en esta afirmación es que se les se les olvidó algo muy importante: los derechos humanos son de aplicación universal y todos los seres humanos son iguales ante la ley.  


¿Podemos ver más allá de las etiquetas?






jueves, 26 de mayo de 2016

Rant en contra de la campaña #YoDecidoXLaFamilia



¿Conocen a las personas que se molestan porque alguien se atrevió a llevar el mismo vestido a una boda, o aquellos quienes viven enfurecidos con su vecino porque pintó su casa del mismo color azul chillón, o porque escuchan el mismo grupo musical alternativo que ellos encontraron primero en una tocada local? Bueno, así de intolerantes e inmaduros se exhiben los argumentos en contra del matrimonio igualitario. No se puede ser dueño del único modelo de vestido sacado de una tienda departamental, color o gustos musicales; y tampoco los heterosexuales son dueños exclusivos del concepto del matrimonio. 
No hay ningún argumento lógico, respaldado científicamente, que sostenga que un matrimonio entre un hombre y una mujer sea mejor que uno entre personas del mismo sexo. La heterosexualidad no posee un aura mágica, ni te hace mejor ser humano, ni más capaz para realizar una tarea o función. La heterosexualidad no garantiza nada, es una simple preferencia sexual; así como un matrimonio entre hombre y mujer no garantiza la felicidad, ni que al procrear o adoptar sean mejores padres. 

¿Les preocupan los niños? Pues dejen que los adopten personas que los amen. ¿O más bien les preocupa que sus hijos no compartan sus miedos y su misma pequeñez mental? Porque no se nace discriminando, eso se aprende de los padres. 

¿Les gustan las “buenas costumbres” y por eso defienden a la “familia tradicional”? ¡Pues entonces volvamos a las viejas tradiciones de antaño que tanto nos han dado! Quitémosle el voto a la mujer y a las minorías, volvamos a las tiendas de raya, hagamos jornadas de 12 horas, tal y como se trabajaba antes. Volvamos a esos tiempos pasados cuando la homosexualidad era mal vista y no se practicaba; como en la Antigua Grecia y Roma… ¡Ups!

“¡Pero es que la homosexualidad no es natural!” Aunque se lea redundante, si está en la naturaleza es natural; y si viviéramos realmente aborreciendo lo que no es “natural”, entonces lo mejor es que no usemos automóviles, celulares, computadoras, es más, no sé cómo le van a mandar un tweet a Peña Nieto usando tecnología tan antinatural como el internet. 
El matrimonio igualitario ya no debería ser un tema controversial, pero lamentablemente aún lo es, todavía hay gente que se escandaliza porque existe la homosexualidad; pero les causa aún más escozor que ahora también cualquiera tenga la posibilidad de casarse sin ningún impedimento. 
¿A quién apelan para que los defienda? ¿A la ficticia institución matrimonial o al presidente más aborrecido de este país? Ahora sí quieren que les haga caso Peña Nieto, ahora sí le piden favores. 
El presidente está para buscar el bien común de los ciudadanos, no únicamente de las mayorías; y para su mala suerte, tampoco hay tal institución matrimonial, ya que éste se trata de un contrato, y los contratos como tal se adaptan a las necesidades de la sociedad y de quien los firma. El problema está en que no todos pueden acceder a ese contrato, dando como resultado que se tengan que reformar las leyes. Es lamentable que asociaciones, periódicos, redes y grupos que se supone luchan por los derechos, se contradiga intentando suprimir la libertad de los demás. Los derechos humanos no se ganan, ni deben estar a votación. Son universales, es decir, son para todos sin importar sexo, género, raza, religión o preferencia sexual. 


*Y aquí el video de la "propuesta" en contra de los derechos humanos