domingo, 29 de agosto de 2010

Guillermo Prieto y la invención de la tradición nacionalista mexicana del siglo XIX (Segundas)

Siendo más teórica y regresando a la idea de Hobsbawn acerca de las tradiciones inventadas; la revolución trae consigo la instauración de una nueva tradición o lo que es lo mismo: una tradición inventada. Esta tradición implica un grupo de prácticas habitualmente gobernadas por reglas reconocidas abierta o tácitamente y de naturaleza simbólica o ritual, que buscan valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo que implica inconscientemente una continuidad con el pasado. Además, las tradiciones inventadas están diseñadas para facilitar inmediatamente operaciones prácticas definibles y se modifican o abandonan rápidamente para enfrentarse a situaciones y necesidades prácticas cambiantes. (Hobsbawn, 2002: 8 – 9)
Las tradiciones inventadas se pueden dividir en tres formas intercaladas entre si; la primera es la que establece o simboliza cohesión social o pertenencia al grupo, la segunda establece o legitima instituciones, estatus o relaciones de autoridad; y la tercera y última forma, tiene como principal objetivo la socialización, el inculcar creencias, sistemas de valores o convenciones realizadas con el comportamiento. (Hobsbawn, 2002: 16)
Una de estas nociones es la creación de una lengua común. Durante la Reforma, los liberales se dieron cuenta de la gran diversidad con la que contaba el país, sobre todo teniendo en cuenta que la población indígena seguía usando sus propios lenguajes. También, los grupos rurales contaban con variantes en la lengua, es decir dialectos muy diferentes a la masa urbana, así como tampoco coincidían con los intelectuales.
Las lenguas nacionales son casi siempre conceptos semiartificiales, virtualmente inventadas. Suelen ser intentos de inventar un idioma estandarizado partiendo de una multiplicidad de idiomas que realmente se hablan. (Hobsbawm, 2004: 62) Que esté hecho se logre y coincida con la verdad empírica de la nación, eso no es posible en la mayoría de los casos. Sin embargo, si el dialecto que forma la base de una lengua nacional se habla verdaderamente; no importa que quienes lo hablen sean una minoría, siempre y cuando sea una minoría con suficiente peso político. (Hobsbawm, 2004: 69) Escritores como Guillermo Prieto, se dedicaron a inculcar una lengua común, ya que su obra no solamente estaba pensada para el pueblo, sino también era su temática fundamental. Si los liberales querían hacer llegar la cultura a la masa, era necesario convertirla en algo homogéneo y no multiforme (no porque la diversidad fuese algo negativo, sin embargo durante ese tiempo era necesario primero definir al mexicano para luego conformar sus diferencias). El mismo Zarco, en un discurso pronunciado el día primero de junio de 1851, resalta el objetivo de la literatura como algo que va más allá de las palabras bonitas o la belleza:
“No puedo concebir, señores, la existencia, no digo de un gran pueblo, ni de una gran tribu que comience a gozar de civilización, sin una literatura, naciente o vigorosa, perfecta o imperfecta, oral o escrita, porque la literatura no es más que la expresión del pensamiento” (Covo, 1983: 310)
Así es, tal como lo dice Zarco, la literatura es la expresión del pensamiento, pero no únicamente de una persona, sino de una sociedad. La literatura nacional se da precisamente cuando se busca una lengua común, porque no se obtiene de un modo natural, sino que se construye. Consecuentemente, esto lleva a otros mecanismos como fueron la invención de la imprenta, así como los grandes correctores y normalizadores del lenguaje que aparecen en la historia literaria de toda lengua de cultura y posteriores a la aparición del libro impreso. (Hobsbawm, 2004: 70) En consecuencia, se creo en México La Academia de Letrán, la cual tenía como función fomentar el interés por el estudio de la literatura nacional, pero mayormente se centraba en incrementar los valores nacionales por medio de sus textos, el mismo Guillermo Prieto menciona este hecho en Memorias de mis tiempos:
“[…] para mí, lo más grande y trascendental de la Academia, fue su tendencia decidida a mexicanizar la literatura, emancipándola de toda otra y dándole carácter peculiar.
Los folletos políticos y los poemas patrióticos dieron el primer impulso a aquella tendencia que aparecía como intermitente desahogo de la manera de ser.” (Prieto, 1996: 96)
Así pues, Prieto como miembro de la Academia y cumpliendo con los estatutos, se dedicó a crear personajes con los que el pueblo pudiese identificarse de alguna forma. Personajes que hablaran un lenguaje popular y tocaran temas que estuvieran al alcance de todos, intentando de este modo reproducir la vida cotidiana del mexicano:
“Ojo negro, frente china,
morena, breve nariz,
salpicada de lunares
como en mole ajonjolí, […]”
(Prieto, 1971: 68)
En estos cuatro versos de Glorias de Barrio, podemos observar como el autor busca describir la belleza de la china poblana, así como sus rasgos físicos, por medio de la comida. Y no cualquier alimento, pues casualmente se trata del mole, un platillo que es fundamental en la gastronomía del mexicano.

martes, 24 de agosto de 2010

Guillermo Prieto y la invención de la tradición nacionalista mexicana del siglo XIX (Primera Parte)


Pocos son los hombres que tienen la oportunidad de ser parte de los grandes cambios históricos, siendo no únicamente espectadores, sino una pieza activa, creadora y generadora de ciencia y cultura. Precisamente durante el siglo XIX, la clase social burguesa había ganado bastante poder económico, pero aún le faltaba terminar de internarse en las venas de la política. La ideología burguesa buscaba romper con los privilegios de la monarquía y la nobleza, con el objetivo de conformar un gobierno en donde todos fueran incluidos sin importar la clase social a la que pertenecieran.
Anteriormente los derechos de sangre y divinos eran los que le daban el control a unos cuantos sobre la mayoría del pueblo, posteriormente, en el Siglo de las Luces, los hombres letrados propondrían un gobierno en donde el acceso a la esfera pública y la educación no fueran un derecho exclusivo sino necesario para mejorar la situación de la humanidad. Pero sobre todo apoyarían la idea de una forma de gobierno que no se sirviese de sus gobernados para aumentar su riqueza; en cambio sería el pueblo quién recurriera y se apoyase en las instituciones para sentirse seguro y protegido. El mismo Ignacio Manuel Altamirano, también conocido como el Zarco, menciona la importancia de un gobierno que ampare y resguarde a sus habitantes:
“El mejor gobierno posible sería aquel que por medio de la difusión de las luces y de una vigilancia verdaderamente paternal, hiciese desaparecer los malos instintos de la plebe y mejorase su situación […]” (Covo, 1997: 123)
¿Pero cómo romper con las estructuras mentales que el clero y la nobleza habían cimentado en las cabezas de todos sus vasallos? Fue entonces cuando se pensó en crear una nueva tradición que sustituyera a la preponderante. Eric Hobsbawn menciona que ninguna tradición es realmente antigua, frecuentemente son bastantes recientes en su origen y algunas veces inventadas. “El término “tradición inventada” incluye tanto a las “tradiciones realmente inventadas, construidas y formalmente instituidas, como aquellas que emergen de un modo difícil de investigar durante un periodo breve y mesurable, quizás durante unos pocos años, y se establecen con gran rapidez.”(Hobsbawn, 2002: 9)
En este ensayo pretendo exponer como los hombres de la Reforma de nuestro país tuvieron que crear el concepto de Nación tomando como base la filosofía de su tiempo pero sobre todo creando una nueva tradición que fuese capaz de sostener la ideología liberal. En anhelo por la libertad es un propósito que crece con el surgimiento de la Ilustración y el Romanticismo. Antes de que estallase la revolución francesa en la década que transcurre entre 1770 y 1780, se producía en Alemania un movimiento conocido con el nombre de Sturm und Drang, que significa: tempestad y asalto o, mejor aún, tempestad e ímpetu. Se le dio este nombre debido a la obra de teatro escrita en 1776 por Friedrich Maximilian Klinger; en donde una de las características relevantes era el sentimiento patriótico expresado mediante el odio al tirano y la exaltación de la libertad. (Reale, 2002: 29) Es necesario resaltar la filosofía idealista del alemán, Johann Gottlieb Fitche, pues el mencionaba como a medida que el hombre se multiplica, se daba cuenta que no estaba solo, sino que formaba parte de una comunidad, es decir, es un ser libre que convive con otros seres libres, por lo mismo debía limitar su propia libertad de modo que cada uno de sus integrantes pudiese ejercer igualmente los derechos que propiamente les correspondía. (Reale, 2002: 75) Pero este pensamiento es más antiguo aún, pues con anterioridad se consideraba la idea de un contrato social que pudiese resguardar a los ciudadanos de una nación.
Lamentablemente México se hallaba estancado por la ignorancia en la que vivían sus habitantes. La colonia les había hecho creer a los gobernados que la libertad era para unos cuantos así como el derecho; valía más ser español o contar con el apoyo de la Corona que ser nativo. Por lo tanto primero era necesario formar mexicanos y construirles un país por el cual luchar para después conseguir avanzar hacía un mejor futuro:
“La libertad es para los reformistas, no solo un fin en sí, sino también el medio de alcanzar la prosperidad; observando la riqueza de los países libres, como los Estados Unidos o Inglaterra, y la miseria de los que viven bajo un régimen despótico, consideran que la edificación de una gran nación es imposible si el individuo no disfruta de las libertades esenciales, y que su desarrollo carecería de sentido sin estas mismas libertades.”
(Covo, 1997: 103)
En cuanto al espíritu del pueblo y la conciencia nacional, esa fue tarea que muchos escritores cargaron a cuestas; entre ellos Guillermo Prieto. El mismo demostraba su confianza en el proyecto liberal en una de las cartas que le escribió a Santiago de Vidaurri, un político mexicano que era oficial de la frontera con los Estados Unidos:
“Me honro con pertenecer al partido puro, es decir a la democracia… (nos proponemos) cortar de raíz la funesta supremacía de las clases, destruir donde se encuentre el elemento colonial que malea con su presencia cuanto toca, gobernar poco y dar libertad al comercio, al pensamiento y al trabajo, he ahí los resultados que espera la nación de este movimiento […] hablando con franqueza llevamos hasta el fanatismo el amor a la nacionalidad y más bien querríamos una lucha eterna que una tutoría degradante…”
(Águila, 1997: 18)
No nos parezca exagerado el liberalismo de Prieto ya él vivió esos treinta años posteriores a la Independencia en los cuales se practicó de manera desmesurada el caudillismo y el desfalco a la nación. Santa Anna de héroe se transformó en tirano; en un hombre capaz de vender más de la mitad del territorio al país del norte con tal de salvar su vida. Fue hasta agosto de 1855 cuando la Revolución de Ayutla dio fin a su dictadura, propiciando su huida. Consecuentemente, los liberales aprovecharon la oportunidad para poner en práctica sus ideas por medio de un gobierno provisional que sentara las bases que permitirían darle a México instituciones democráticas. (Covo, 1983: 229)
Tengamos en cuenta que las revoluciones no se limitan al uso de las armas para conseguir un fin; la importancia de éstas radica también en la implantación de nuevos símbolos, filosofías y valores; es decir en la sustitución de estos tres elementos anteriores por unos nuevos. Octavio Paz decía que toda revolución aspira a fundar un orden nuevo en principios ciertos e imperturbables que ocupan el sitio de las divinidades desplazadas. Debido a esto, toda revolución es al mismo tiempo una profanación y una consagración. El movimiento revolucionario es una profanación porque derriba las viejas imágenes; más esta degradación se acompaña siempre por una consagración de lo que antes se consideraba profano, significando que la revolución consagra el sacrilegio. (Paz, 2008: 220)

jueves, 19 de agosto de 2010

Manual del Grunchero (Deux)


Sobre los deberes con la Patria

Sabemos lo bonito que es pertenecer a un Estado donde todos somos iguales, tenemos los mismos derechos y hasta un himno nacional que nos une como pueblo; ya que en México es más que obvio que sus habitantes sólo hablan español. Así que ahora, veamos lo que este hermoso Manual de Carreño tiene que decirnos al respecto sobre la Patria.

“En sus días serenos y bonancibles, en que nos brinda sólo placeres y contento, le manifestaremos nuestro amor guardando fielmente sus leyes y obedeciendo a sus magistrados; prestándonos a servirla en los destinos públicos, donde necesita de nuestras luces y de nuestros desvelos para la administración de los negocios del Estado; contribuyendo con una parte de nuestros bienes al sostenimiento de los empleados que son necesarios para dirigir la sociedad con orden y con provecho de todos, de los ministros del culto, de los hospitales y demás establecimientos de beneficencia donde se asilan los desvalidos y desgraciados; y en general, contribuyendo a todos aquellos objetos que requieren la cooperación de todos los ciudadanos”.

Como se darán cuenta esto aplica también para cuando un policía nos encuentre manejando de noche, después de salir tarde de la universidad y nos detenga por estar en un automóvil que parece sospechoso o porque tal vez crea que salimos de parranda. Entonces, a pesar de que usted le muestre sus papeles y pruebe su sobriedad, éste le dirá que tiene que llevarse su carrito al corralón. No discuta, muestre una sonrisa y diga: “¡Sí por supuesto!, confío que está haciendo esto por mi bien y el de mi Patria!” Aunque muchas veces es mejor darles una propina por preocuparse por usted, eso los hace sonreír bastante. No hay nada más hermoso que ver a un oficial contento. Tampoco les de billetes muy grandes, porque bueno... hay que guardar algo para cuando otro policía lo detenga de nuevo, está vez por pasarse de copas o tomarse un barril de cerveza completo. Esta vez otórgueles una propina mayor para que así hasta lo escolten a su casita.

sábado, 14 de agosto de 2010

Manual del Grunchero

De las nuevas costumbres y demás cosas útiles




Seguramente usted ha oído hablar del famoso Manual de Carreño, donde se aprende etiqueta, modales, moral y otras maravillas. Bueno, pues yo en mi afán de lograr que usted sea una persona de éxito he creado el Manual del Grunchero, una guía que l@ convertirá en una persona diferente… ¡Sí!, Usted será el/la invitad@ principal de las reuniones por su extraordinaria buena onda. Basándome en el otro manual, haré uno que se adapte a nuestro siglo.

¡Comenzamos!

La primera parte trata de los deberes para con Dios… saltémonos ese pedazo, ya que depende de la religión de cada quién. Vamos a la segunda que trata de los deberes con la sociedad.

-Sobre los amores de los padres para con sus hijos:

“Debemos, pues, gozarnos en el cumplimiento de los deberes que nos han impuesto
para con nuestros padres las leyes divinas y la misma naturaleza. (…) la gloria del hijo es el honor al padre.(…)
Nuestro respeto debe ser profundo e inalterable, sin que podamos jamás
permitirnos la más ligera falta que lo profane, aun cuando lleguemos a encontrarlos alguna vez apartados de la senda de la verdad y de la justicia, y aun cuando la desgracia los haya condenado a la demencia, o a cualquier otra situación lamentable que los despoje de la consideración de los demás”.

Lo que significa que: si su padre es un borracho y le da de golpes todos los días, aguántese; ya llegará la hora de que usted tenga sus propios hijos para madrearlos a sus anchas. Si su madre le dice que no puede salir a jugar al parque porque desconfía de los otros niños, no se preocupe; cuando ella esté anciana dígale que no puede ir a visitarla, porque en la calle hay gente mala y teme por su vida… ella lo entenderá. Así es, utilice los mismos métodos que sus padres usaron con usted para demostrarles su cariño. Cuando sean mayores, niégueles el postre si no se toman el jugo de tomate con naranja. Proporcióneles razones válidas para no llevarlos al cine; use por ejemplo el magnífico: “¡Porque no!” ó el no menos sublime: “¡Porque yo lo digo!” Cada vez que haga esto, les mostrará que aprendió bien sus enseñanzas y ellos lo verán con amor infinito.

sábado, 7 de agosto de 2010

Legalización de las Drogas

Iba a hacer mi post de otro tema, pero viendo que la discusión sobre las drogas está muy candente, cambié de parecer.
En primer lugar, yo soy una persona a favor de la legalización de las drogas, he probado algunas, llegue a consumir otras y finalmente me di cuenta que simplemente no es algo necesario para mi cuerpo. No tuve que ir a un centro de rehabilitación, no tuve problemas con mis padres, ni mis amigos; simplemente fue una etapa que como empezó terminó.
Estoy de acuerdo que hay drogas muy fuertes que pueden causar adicciones, y a corto o largo plazo la muerte. Sin embargo he visto los anuncios del gobierno contra el narcotráfico y me llamó la atención una frase en especial: “El narcotraficante engancha a niños y jóvenes”… Nadie te engancha u obliga a hacer lo que no quieres, ese es el error más grande que presentan estos anuncios. Les aseguro que los pubertos, jóvenes y adultos conocen varias de las consecuencias de las drogas; el problema está en hacerle creer a los ciudadanos que estos compuestos son más fuertes que uno. ¿Por qué? Porque tenemos cada uno de nosotros el poder de decidir si las consumimos o no. Si alguien decide probarlas, sabe el riesgo que corre, pero finalmente es su decisión. Los vendedores NO OBLIGAN a los demás a consumirlas, tratan de convencerte, más no hay que olvidar que la última palabra está en uno mismo. No se trata de evadir responsabilidades, al contrario hay que aceptar las consecuencias de nuestros actos. El gobierno debería en lugar de tratar de atrapar a los narcotraficantes, comenzar a educar a sus ciudadanos en la ideología de la libertad. Dejémonos de tonterías, el que quiera consumir drogas va a hacerlo, las conseguirá de algún modo; pero esa actitud paternalista de Calderón sólo ha causado la muerte de personas inocentes que ni siquiera están inmersas en el mundo de las drogas. Legalizarlas, es decir, que puedan ser vendidas en establecimientos a un precio fijo como se hizo con el alcohol y el tabaco, sería una opción que beneficie más a un país que ya no puede con tantas muertes sin sentido.

Les dejo este video del gobierno federal sobre las drogas, para que vean lo que ellos piensan: